Blanca Velázquez Díaz, una brillante defensora de los derechos de las personas trabajadoras

Blanca participa en un foro regional con varias organizaciones
de mujeres de Centroamérica y México.

Blanca con sus colegas de la Red de Defensoras
Laborales Unidas en la Maquila (Red DLUM) en octubre de 2019.

Homenaje a Blanca por el Colectivo Raiz.

El 24 de septiembre de 2021, la RMS se enteró de que nuestra querida amiga de veinte años y defensora de los derechos laborales reconocida internacionalmente, Blanca Velázquez Díaz, había fallecido de cáncer. Durante 18 meses, Blanca navegó esa fase de su vida con esperanza, determinación y gracia, acompañada por el amor y la solidaridad de la comunidad de derechos laborales  de cuya construcción en México ella fue instrumental.

Aunque su vida se volvió mucho más difícil en 2020, Blanca siguió firmemente comprometida a mejorar las condiciones para las personas trabajadoras en la industria maquiladora mexicana. Apoyando a sus colegas, se aseguró de que el Centro de Apoyo al Trabajador (CAT) siguiera educando y organizando a las personas trabajadoras, así como documentando y denunciando las violaciones a los derechos laborales a medida que éstas se intensificaban durante la pandemia de Covid-19.

Cuando se hizo evidente que su vida estaba terminando, Blanca canalizó gran parte de su energía para asegurar que el CAT sobreviviría más allá de su muerte. Hoy el equipo que construyó en el CAT está llevando adelante la visión.

Blanca fue una líder naturalmente talentosa y apasionada que alcanzó prominencia nacional e internacional en 1999 cuando fue elegida Secretaria General del sindicato en la planta de autopartes donde trabajaba en su estado natal Puebla. En una industria dominada por hombres, un país donde sólo el 8% de los sindicatos están dirigidos por mujeres, y un estado conocido por su violencia contra las mujeres, esa elección fue un gran logro que reflejó el carácter audaz y brillante de Blanca.

En 2001, Blanca fundó el CAT. El centro obrero de base ha inspirado y apoyado innumerables luchas obreras en los sectores textil, de la confección y automotriz en Puebla, Morelos y en todo México. En 2018, Blanca ayudó a fundar la Red de Defensoras Laborales Unidas en la Maquila (Red DLUM), una red nacional de la que fue elegida Presidenta en 2019.

El trabajo de Blanca como defensora de los derechos laborales fue inspirador y personalmente satisfactorio, pero también arduo y peligroso. En 2011, después de meses de una intensificación de hostigamientos, las oficinas del CAT en Puebla fueron saqueadas, las amenazas de muerte fueron pintadas en una pared, Blanca recibió amenazas de muerte a través de su propia cuenta de correo electrónico hackeada, y un miembro del personal fue secuestrado y desaparecido temporalmente. Cuando el miembro del personal fue liberado, se le ordenó advertir a Blanca que desaparecería si el CAT continuaba apoyando una campaña dirigida por las(os) trabajadoras(es) para formar un sindicato independiente y expulsar a un sindicato corrupto de su planta de autopartes.

Durante ese momento crucial de la campaña, las organizaciones internacionales de trabajo y derechos humanos, incluida la RMS, convencieron a Blanca de abandonar temporalmente México y generar apoyo para su lucha en Europa, Estados Unidos y Canadá.

En 2013, poco después de su regreso a México, Blanca fue galardonada con el Premio Óscar Romero de Derechos Humanos de la Capilla Rothko por su valentía y activismo desinteresado. Blanca recibió este premio de las manos de otra excepcional defensora por los derechos laborales, Dolores Huerta. Entre los galardonados de este premio se encuentran el Dalai Lama y Nelson Mandela.

Las luchas que Blanca dirigió y en las que participó la moldearon profundamente. Se convirtió en una feminista orgullosa e inquebrantable, pero nunca excluyó a los hombres de su visión de poder colectivo y de un sindicalismo independiente. Guiada por un análisis con visión de género sobre la explotación laboral, dedicó la mayor parte de sus energías a empoderar a las personas trabajadoras y a solidarizarse con las personas defensoras de los derechos humanos y laborales en todo México.

Blanca amaba su estado natal, pero nunca más pudo trabajar allí directamente después de la violencia sufrida en 2011. Sin embargo, desarrolló nuevos esfuerzos de organización y capacitación en los estados vecinos, y llevó la cultura poblana dondequiera que viajaba.

Blanca también era una mujer tremendamente divertida y llena de energía. Las reuniones de trabajo con ella eran intensas, pero siempre incluían muchas risas y a menudo golosinas que compartía desde Puebla, por ejemplo, un mezcal suave y dulces tradicionales.

Honesta y auténtica hasta el final, Blanca murió como vivía, a pesar del dolor físico que el cáncer le infligió, continuó compartiendo su sonrisa gozosa, su travieso sentido del humor, su generoso corazón, su valiente espíritu y su inquebrantable convicción en los derechos de las personas trabajadoras, hasta su fallecimiento. Gracias a su claridad de visión, tenacidad, estrategias creativas y trabajo diario, miles de personas trabajadoras de la maquila y sus familias en Puebla, Morelos y en toda América, han sido y seguirán siendo inspiradas por Blanca para organizarse y lograr un cambio en el respeto a sus derechos.

La RSM se unió a otras personas trabajadoras mexicanas y extranjeras para impulsar la candidatura de Blanca Velázquez Díaz y el CAT al Premio Tata Vasco del Sistema Universitario Jesuita para honrarla por su defensa y promoción de los derechos humanos.

Blanca, fuiste y siempre serás una brillante inspiración para todas(os) nosotras(os). Te queremos  y te extrañaremos. ¡Viva Blanca Velázquez Díaz! ¡Qué viva!

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